¿Qué es la ética? La sociedad de hoy y su moral
Hacer lo correcto
Esta cuestión siempre ha estado presente en las sociedades de todos los tiempos: el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, la virtud y el vicio, la justicia y el delito.
Muchas teorías han sido escritas respecto a la ética y la moralidad:
- Ética de la virtud: la moral surge de los rasgos internos de la persona. Lo malo o las malas acciones son el resultado de la ignorancia.
- Hedonismo: el principio de la ética es la maximización del placer y la minimización del dolor.
- Estoicismo: el mayor bien es la alegría y la serenidad.
- Utilitarismo: el curso correcto de nuestras acciones es el que maximiza el “bien” general para el mayor número de personas.
- Deontología: determina la bondad o la rectitud de los actos, o sobre las intenciones de la persona que realiza el acto, ya que se adhieren a las normas y obligaciones.
- Consecuencialismo: una acción moralmente correcta es aquella que produce un buen resultado o consecuencia.
- Pragmatismo: la corrección moral evoluciona de manera similar a los conocimientos científicos, socialmente a lo largo de muchas vidas.
- Tradición judeo-cristiana: basada, en rasgos generales, en los siete pecados capitales y los diez mandamientos.
Si a cada uno de nosotros nos preguntaran qué significa la ética, acabaríamos con definiciones muy dispares. Para unos podría ser aquello que sus sentimientos le dice que está bien o mal, otros hablarían de sus creencias religiosas, también encontraríamos a quien dice que ser ético es hacer lo que la ley exige, e incluso alguien diría que son las normas de conducta que la sociedad acepta.
Aunque válidos hasta cierto punto, estos puntos de vista tienen sus contradicciones. El profesor de Ética Empresarial y Gestión en la Universidad Santa Clara (California), Manuel G. Velásquez, analizaba en su artículo ¿Qué es la ética? cómo “ser ético no es claramente una cuestión de seguir los propios sentimientos. Una persona que sigue sus sentimientos puede alejarse de lo que es correcto. De hecho, los sentimientos con frecuencia se apartan de lo que es ético”.
Pero el Dr. Velásquez también afirma que no hay que identificar la ética con la religión, ya que, a pesar de que la mayoría de las religiones tengan altos estándares éticos, “la ética se aplica tanto al comportamiento de los ateos como de los creyentes”.
Asimismo, cumplir las leyes, en muchas ocasiones, tampoco es ético porque también éstas pueden desviarse de lo que es ético. El ejemplo que ofrece el profesor de la Universidad de Santa Clara es el de las leyes esclavistas antes de la guerra civil estadounidense o el apartheid de Sudáfrica, “ejemplos grotescamente obvios de las leyes que se apartan de lo que es ético”.
Tampoco, dice el profesor, ser ético es hacer todo lo que la sociedad acepta. A pesar de que, en cualquier sociedad, la mayoría acepte normas que son éticas, éstas pueden llegar a desviarse de lo que es ético, y la Alemania nazi es un buen ejemplo de ello, de una sociedad moralmente corrupta.
“Por otra parte, si ser ético fuese hacer ‘todo lo que la sociedad acepta’, entonces, para saber lo que es ético, se habría que averiguar lo que la sociedad acepta. Para decidir lo que se debe pensar del aborto, por ejemplo, se tendría que hacer una encuesta a la sociedad estadounidense y luego ajustar mis creencias a lo que la sociedad acepta. Pero nadie trata de decidir una cuestión ética haciendo una encuesta. Además, la falta de consenso social en muchos aspectos hace que sea imposible equiparar la ética con lo que la sociedad acepta”, explicaba Manuel Velásquez.
Con este análisis, el Dr. Velásquez llegaba a la conclusión de que la ética “se refiere a normas bien fundadas de lo correcto e incorrecto, que prescriben lo que los humanos debemos hacer, por lo general, en términos de derechos, obligaciones, beneficios para la sociedad, la equidad o virtudes específicas”.
Ponía como ejemplo que la ética son las normas que imponen obligaciones razonables para que los humanos nos abstengamos de la violación, el robo, el asesinato, el asalto, la difamación y el fraude.
“Las normas éticas también son las que imponen las virtudes de la honestidad, la compasión y la lealtad. Y, las normas éticas, son las normas relativas a los derechos, como el derecho a la vida, el derecho a estar libre de daños, y el derecho a la privacidad”, continuaba en su artículo.
El relativismo ético
La definición de ética que ofrece este profesor incluye conceptos profundos –honestidad, compasión, lealtad, derechos- que en ocasiones pueden tener una aplicación complicada a las situaciones que vivimos en el día a día. Vivimos en un mundo con grandes diferencias culturales. El país de cada uno, el Estado donde uno vive, la ciudad donde nació y la familia que le vio crecer, condicionan nuestra personalidad, nuestro carácter y nuestra forma de pensar y actuar.
Bajo esa idea es que encontramos el concepto del relativismo ético, teoría que sostiene que la moral es relativa a las normas de la propia cultura. Es decir, si una acción está bien o mal depende de las normas morales de la sociedad en la que se practica. La misma acción puede ser moralmente correcta en una sociedad, y ser moralmente incorrecta en otra.
Para el relativista ético, no hay normas morales universales –normas que pueden aplicarse universalmente a todos los pueblos en todo momento-. Las únicas normas morales en contra de las cuales las prácticas de una sociedad pueden ser juzgadas son las propias.
Uno de los argumentos más fuertes contra esta teoría sí apoyan la existencia de unas normas morales universales, a pesar de que existan prácticas morales y creencias que varíen entre culturas. El profesor Velásquez explicaba sobre esta crítica al relativismo ético que “podemos reconocer las diferencias culturales en las prácticas y las creencias morales y aún sostener que algunas de estas prácticas y creencias son moralmente incorrectas”. Para ello, vuelve a recurrir al ejemplo de la esclavitud en EE.UU., del apartheid en Sudáfrica y del tratamiento de los judíos por la sociedad nazi, prácticas que “están mal a pesar de las creencias [morales] de las sociedades”.
Ante esta lucha moral, el filósofo estadounidense James Rachels dijo que el único razonamiento que prudentemente podría usarse para censurar las acciones de cualquier sociedad, incluida la nuestra, es cuestionarnos si la práctica fomenta o limita el bienestar de las personas cuyas vidas se ven perturbadas por ella.
La ética en la sociedad occidental
En todos los aspectos de nuestra vida la ética está presente: es una manera de actuar, de pensar, de enfrentarnos a la vida.
Por desgracia, en la sociedad actual vemos una creciente falta de valores, que empiezan desde las “altas instancias”, y pasando por todos los niveles de la sociedad. Sin ir más lejos, la vida en la política padece esa falta de escrúpulos que provoca plantearnos si ética y política son conceptos compatibles.
“Es una reflexión muy triste en la reputación de los políticos en el mudo occidental que el título […] ‘Ética y Política’ sea percibido como un oxímoron, una forma de hablar, que enlaza dos conceptos contradictorios”. En esos términos se refería Joseph Rotblat, premio Nobel de la Paz en 1995, a esta cuestión. “Como la tiza y el queso, ética y política no parecen ir de la mano. Los políticos están normalmente considerados como los profesionales menos dignos de confianza”.
Rotblat escribía estas líneas en relación a los eventos que llevaron a la guerra de Irak y las mentiras que se perpetraron en nombre de la libertad, teniendo, en verdad, otras intenciones escondidas.
El caso sobre las razones que llevaron a declarar la guerra a Irak es sólo un ejemplo de la triste falta de decencia y honradez en la política. Las medias verdades, los argumentos falsos, la manipulación, entre otros, están a la orden del día en esta carrera que se ha llamado política.
También el sistema educativo está cada vez más falto de unos valores éticos. Los estudiantes desobedecen a la figura autoritaria que debería ser el maestro, a quien, en ocasiones, ni los propios padres llegan a respetar. Asimismo, los problemas de intimidación hacía compañeros –gente de su propia edad, personas como ellos- se escuchan cada vez más.
Muchos apuntan, a su vez, a la desintegración de las familias como base de muchas de las dificultades que vive la sociedad actual. La avaricia, la codicia, la vida fácil y del no-esfuerzo, la idea de una vida donde los actos no tienen consecuencias… Todo ello se ha implantado en nuestras mentes, haciéndonos perder todo sentido de responsabilidad social.
Otros ejemplos claros de este fenómenos son los que vemos en los sectores de la salud y las finanzas. Rob McGann, experto en asuntos éticos, hace un análisis sobre ello.
Bienestar, solución a un dilema médico del s.XXI
Desde hace varios años, “prevención y temprana detección realmente pueden salvar vidas” ha sido el lema de los centros de salud Naples y Estero Urgent Care. Pero teniendo en cuenta la importancia de la manera en que el cuidado de salud ha ido cambiando a raíz de la Gran Recesión, probablemente debería ahora ser expresado con mucha más fuerza.
Se ha discutido ampliamente en la industria de la salud que una nueva cultura de “bienestar” va a ser necesaria. A las personas les van a requerir, cada vez más, tomar responsabilidad más proactiva por su propia salud y bienestar, pues el acceso y asequibilidad de atención médica son en cierto modo cada vez más limitados. Estamos, pues, alejándonos rápidamente de una cultura de salud con énfasis casi exclusivamente en cuidado diagnóstico (el tratamiento de problemas médicos después de que hayan ocurrido), a uno más basado en la prevención.
Entonces, ¿qué significa eso exactamente?
Se trata de un concepto multifacético. Desde una perspectiva médica, el “bienestar” comienza en un nivel más básico: chequeo regular del colesterol, los niveles de glucosa en la sangre, presión arterial e índice de masa corporal (IMC). En un nivel más sofisticado, se trata de exámenes físicos anuales, llevados a cabo por un médico y, junto a una alimentación dedicada, ejercicio y un programa de manejo del estrés.
En el curso de los chequeos y exámenes físicos, donde los niveles elevados de riesgo, como la propensión a la obesidad, colesterol alto o niveles de presión arterial, se descubren, los cambios en la dieta y el ejercicio físico (y el tratamiento médico en caso necesario) están diseñados para bajar esos niveles antes de que se conviertan en peligrosos, e incluso potencialmente mortales, tales como diabetes, endurecimiento de las arterias, un ataque al corazón o un derrame cerebral.
Este giro hacia la prevención y el bienestar no es simplemente porque suene como una buena idea para que las personas lleven una vida más saludable. La verdad es que no podemos permitirnos no hacerlo. Si nos fijamos en el aumento de los costos de Medicare solamente y el creciente número de “baby boomers” que lo van a utilizar, es evidente que no habrá suficiente dinero en el sistema para pagar por todo el cuidado que se ha prometido a los jubilados, a menos que se realicen cambios en la manera en que la salud es consumida por personas de todas las edades.
Al hacer un trabajo mucho mejor en la prevención de problemas de salud en primer lugar, y detectarlos y tratarlos a tiempo cuando comienzan a ocurrir, se reducen los costos del sistema sanitario a través de la financiación, liberando a ambos niveles de gobierno, estatal y federal, para poder atender los problemas médicos más graves y crónicos que no se puede prevenir y, por lo tanto, mucho más costosos de tratar.
Para las personas que todavía disfrutan de los beneficios médicos pagados por sus empleadores, la solución de bienestar es igual esencial. Sin tener una gran responsabilidad en un estilo de vida personal saludable, los empleados están garantizando un mayor costo de seguro médico a sus empleadores. En un momento en que incrementos de dos dígitos anuales en las primas de seguro médico son normales, el aumento de los costos de seguro médico con el tiempo es transmitido a todo el grupo de los empleados en forma de mayores contribuciones para el pago de la cobertura, reducción sustancial de la misma, o ningún tipo de cobertura.
De hecho, como los costos de seguro médico continúan aumentando cada año, la cobertura de muchas personas se ha reducido a planes con deducibles altos, que no difiere mucho a no tener ningún tipo de seguro.
Para los no asegurados, una pequeña inversión en bienestar y prevención (una selección básica de bienestar anual puede costar tan poco como $50) para uno mismo y para la familia se traduce en los costos médicos más bajos pagados con el propio ingreso, menos visitas costosas a la sala de emergencias, y menos catástrofes médicas (que si no se pagan por el individuo, va a ser pagadas con fondos del gobierno).
Lo que una nueva cultura del bienestar en última instancia equivale es a estar más sano, estilos de vida más felices y un consumo más ético de la salud que equilibra las necesidades médicas de todos los sectores de la sociedad.
De la crisis aprendimos la lección
Una serie de protestas turbulentas en el Bajo Manhattan (en una ocasión, con el cierre de todo el tráfico en el puente de Brooklyn durante varias horas, que culminó con la detención de 700 personas) han ganado temperatura estas semanas y se han extendido a otras ciudades de EE.UU., organizadas bajo un lema populista de fuego: “Ocupar Wall Street”.
Mientras que la demanda exacta de los manifestantes variaba confusamente, desde desterrar los impuestos sobre la renta (que nada tienen que ver con Wall Street) hasta el cierre de los grandes bancos de inversión como Goldman Sachs en su totalidad, el sentimiento de que la gente común había sido a la vez engañada y traicionada por los agentes del poder de las altas finanzas fue palpable en la pantalla… más de tres años después de que el capítulo siete de la bancarrota de Lehman Brothers pusiera en marcha la Gran Recesión en la estratósfera, en septiembre del año 2008.
De hecho, a nivel humano, está claro que lo que inicialmente fue descrito como una crisis “contenida” de las hipotecas de alto riesgo a principios del año 2008, rápidamente se transformó en una “crisis de crédito” y, finalmente, estalló en una crisis financiera global, que aún no ha desaparecido.
Si en la primera ola de rescates se observó que gobiernos nacionales, en la mayoría de los casos, usaron cantidades masivas de dinero prestado para rescatar a los bancos más grandes del mundo, en el comienzo del cuarto trimestre del año 2011 varios países europeos (especialmente Grecia), se hallan precariamente al borde de la cesación de sus deudas soberanas, poniendo la supervivencia continua de la Unión Europea en tela de juicio.
Mientras tanto, en los EE.UU., con la perspectiva de la calificación de la deuda doméstica recientemente degradada por primera vez por debajo de la condición de AAA de Standard & Poors, la solución actual a la Gran Recesión, irónicamente, sigue siendo gastar cuatro veces la cantidad del déficit pre-recesión, o 1.6 trillones de dólares por año. ¿Alguien recuerda que el déficit de 400 mil millones de dólares que financió la segunda guerra de Irak fue considerado estrambótico?
Lo anterior y las estrategias de estímulo controversiales, como dos rondas de “flexibilización cuantitativa” (¡la Reserva Federal de EE.UU. esencialmente comprando bonos del Tesoro nacional!), que incluso, Ben Bernanke, no sabe realmente si serán efectivas.
La escala macro-económica de estas cuestiones es tan vasta y confusa, y, al mismo tiempo, tan impactante en la vida cotidiana de las personas (hasta incluso el aumento del costo de un galón de leche), que no es de extrañar que haya protestas, no sólo en Manhattan, sino en varios países alrededor del mundo.
Y si bien es tentador culpar a los ingeniosos autores de Wall Street de los “intercambios de incumplimiento crediticio en valores respaldados por hipotecas” como los villanos principales de la Gran Recesión, para realmente avanzar y aprender una lección de todo esto se debe adoptar una vista más perspicaz de lo que el verdadero valor será de ahora en adelante.
Esto significa aprender algunas duras lecciones. En muchos casos, la gente deberá continuar trabajando aún más para ganar la misma cantidad o, incluso, mucho menos dinero que antes de la recesión, mientras que un número de antiguos puestos de trabajo viables y empresas, simplemente, desaparecerán de un todo y no regresarán.
Pero hay algunos signos positivos en medio de estos acontecimientos sin duda preocupantes. Incluso en el suroeste de Florida, donde algunos de los abusos locales más atroces de la burbuja inmobiliaria se llevaron a cabo, existen nuevas empresas haciendo cosas realmente interesantes al estilo s.XXI y están empezando a establecerse en espacios comerciales desocupados por mucho tiempo a lo largo del Tamiami Trail y otros lugares (empresas como Beyond Motion y Agave Grill Southwestern que, al parecer, crearon 100 puestos de trabajos locales el mes pasado, son dos ejemplos que vienen a la mente).
Y si bien sigue siendo enormemente difícil para la mayoría de las personas y las empresas obtener un préstamo, la economía local parece recuperarse gradualmente, sobre la base de fundamentos más fuertes y realistas que no impliquen una línea de crédito.
Con el tiempo, la tasa de desempleo volverá a niveles más moderados, e incluso los valores de la propiedad en algún momento empezarán a aumentar de nuevo.
Mientras este largo proceso de recuperación sigue su curso, sería bueno para nosotros poner a un lado un poco de nuestra indignación por los crímenes más graves de la crisis financiera, y trabajar doblemente duro y con gran innovación, lo cual creó la prosperidad estadounidense en primer lugar.